Los centros de día (CD) destinados a personas con trastorno mental grave (con un perfil diagnóstico mayoritario como el de la psicosis) se caracterizan por ser centros en donde el deterioro, el envejecimiento, la comorbilidad física, el autoestigma y la presencia de acontecimientos vitales relacionados con pérdidas coexisten, frecuentemente, con las limitaciones en el funcionamiento psicosocial.
Estas variables, suponen desafíos importantes no solo para las personas a las que afecta, sino también para los equipos de profesionales. Estos equipos, han de lidiar con la “no presión para el avance” y con la etiqueta del imaginario social profesional de “último recurso”.
El CD, como recurso público de la Comunidad de Madrid, ha de garantizar servicios y prestaciones eficaces y eficientes, favoreciendo acciones que contribuyan a la autonomía y evitar el estancamiento en el recurso de las personas a las que atiende.
Por otro lado, la salida de la persona, del que ha sido su “refugio terapéutico” durante tantos años, implica cierto desasosiego en todos los agentes implicados: equipo de continuidad de cuidados, psiquiatra, familia, persona atendida y equipo del recurso del que se marcha. Entendiendo estas interrelaciones dentro de cada contexto (Díaz y García, 2006).