Las buenas prácticas seleccionadas bajo el encuadre de Arte y Emoción surgen de la necesidad de generar espacios que utilicen el arte como medio de expresión y canalización, especialmente ante la vivencia social derivada de la pandemia de COVID-19. Este período trajo consigo incertidumbre y falta de predictibilidad necesarias para el afrontamiento cotidiano (Neimeyer, R., 2002), lo que puede impactar negativamente en las dimensiones de la salud.
La etapa de la pandemia supuso una modificación en los patrones volitivos y de capacidad de desempeño, tanto objetiva como subjetiva, derivada de la amenaza percibida del ambiente y su impacto en el desarrollo de metas (De las Heras, C.G., 2015).
En palabras de Hernández Monsalve (2022), el arte se concibe como:
- Una vía de crecimiento para uno mismo y su relación con los demás.
- Un medio de expresión interna que favorece el autoconocimiento y la vinculación con los otros.
- Un canal emocional que permite la recuperación de la esperanza, la transformación hacia el empoderamiento y la capacitación de personas en situación de vulnerabilidad, promoviendo el ejercicio de la cultura como derecho ciudadano.