Las tecnologías de información y comunicación (TICs) se han convertido en una de las principales vías de comunicación e intercambio de información, ocupación, ocio y conexión con el mundo.
En Europa, según el índice de la Economía y Sociedades Digitales (DESI, 2021), España se posiciona por encima de la media europea en los indicadores de integración de la tecnología digital. El 99% de las áreas pobladas tienen conectividad 4G, el 57% de la población tiene competencias digitales básicas (se estima que el 80% las tendrá en 2030) y, en torno al 25% de los servicios se han digitalizado. Este informe establece la relación directa entre la digitalización y el aumento del PIB y del capital humano individual.
La exclusión social se considera un proceso de desintegración que conlleva una ruptura de la relación entre la persona y la sociedad. Por lo tanto, si la sociedad es digital, el individuo debe trabajar en serlo para posibilitar su inclusión social.
Los datos reflejan una importante brecha digital en la población en situación de exclusión. La digitalización ha incrementado los niveles de exclusión, siendo las personas con enfermedad mental el segundo grupo con la tasa más baja de uso del ordenador (22,6%), incluso más bajo que el de personas con discapacidad visual (23,1%) (Huang & Su, 2009).
Por ello, se hace necesaria la instauración de programas específicos que promuevan la adquisición, instrucción y potenciación de estas herramientas, con el objetivo de generar impactos psicosociales y mejorar distintas dimensiones de la calidad de vida de las personas con enfermedad mental (Impacto de la digitalización en personas con enfermedad mental, Centro de Día Majadahonda, 2022).