Según la AOTA (2020), la Participación Social como ocupación consiste en realizar actividades que impliquen una interacción social con otros, incluyendo a personas del entorno próximo y de la comunidad, y que apoyen la interdependencia social.
De acuerdo con el Modelo de Ocupación Humana, la forma en que las personas cambian y se desarrollan a lo largo del tiempo depende de su continua participación en ocupaciones (Kielhofner, 2011). Esta participación es resultado de la interacción constante de la motivación, los hábitos y roles, y las destrezas con el ambiente, y puede desarrollarse a través de diferentes dimensiones: roles, actividades, tareas, pasos, acciones y sentir.
La situación derivada de la pandemia —confinamiento, restricciones de movilidad y cierre temporal o modificación de las condiciones de uso de los recursos comunitarios— modificó la forma de participación en ocupaciones, restringiendo en muchos casos las oportunidades para el desarrollo y el cambio de las personas.
Desde los servicios de Rehabilitación Psicosocial, profesionales y personas usuarias pusieron en marcha estrategias como la adaptación de los ambientes (objetos o herramientas, actividades y tareas, disposición de los espacios y normativa de los grupos), el aprendizaje de habilidades o la modificación de hábitos o roles, con el objetivo de garantizar las oportunidades para la participación social y los procesos de cambio.